La Psiconeuroinmunoendocrinología (PNIE) es una ciencia integradora que explora cómo la mente, el sistema nervioso, el sistema inmune y el sistema hormonal dialogan entre sí. Dentro de este diálogo, el eje intestino‑cerebro ocupa un lugar central: nuestros microbiomas intestinales producen moléculas (metabolitos, neurotransmisores) que viajan por el nervio vago y la sangre influyendo en el estado de ánimo, la memoria y la toma de decisiones.
Estudios recientes de investigadores del Centro de Neurociencias Cajal del CSIC demuestran que el ejercicio moderado (unos 40 minutos a ritmo medio) aumenta la diversidad de bacterias intestinales y que estos cambios microbiológicos modulan los efectos cognitivos positivos del ejercicio, como la mejora de la memoria y la neurogénesis. Es decir, no basta con mover el cuerpo: hay que nutrir la microbiota adecuada.
El rendimiento humano en las organizaciones depende de procesos cognitivos como la atención, la memoria y la creatividad.
El mismo estudio del CSIC comprobó que ratones sometidos a ejercicio moderado mejoraron su discriminación espacial y la generación de nuevas neuronas en el hipocampo.
Además, al trasplantar la microbiota de estos ratones a animales sedentarios, éstos replicaron la mejora de la memoria y la neurogénesis.
Esto sugiere que cuidar la microbiota a través de hábitos saludables podría potenciar la productividad y la resiliencia en equipos de trabajo.
Algunas implicaciones para RR.HH. y coaching:
Programas de bienestar corporativo que combinen ejercicio moderado con intervenciones nutricionales centradas en prebióticos y probióticos.
Liderazgo consciente: la gestión del estrés y la promoción de pausas activas ayudan a mantener la diversidad microbiana, lo que se traduce en más claridad mental y mejor toma de decisiones.
Cultura de autocuidado: fomentar hábitos de sueño regular y alimentación rica en fibra alimenta a las bacterias beneficiosas que estimulan la creatividad.
Esta dinámica invita a cada miembro a observar la relación entre su intestino y su rendimiento cognitivo.
Registra tu alimentación: Durante cinco días, anota lo que comes y bebes en un cuaderno. Presta especial atención a la cantidad de fibra, frutas, verduras y alimentos fermentados.
Evalúa tu claridad mental: Tras cada jornada laboral, califica tu concentración y memoria en una escala del 1 al 5 (1 = muy baja, 5 = excelente). Anota si realizaste ejercicio (indicando duración e intensidad).
Sigue tu bienestar digestivo: Apunta cómo te sientes a nivel digestivo (hinchazón, comodidad, energía).
Analiza patrones: Al final de la semana, revisa si hay relación entre tu alimentación, el ejercicio moderado y tus puntuaciones de claridad mental. ¿Qué comidas te hicieron sentir más lúcido? ¿Cómo influyó el ejercicio moderado?
Toma una acción: Elige un hábito que beneficie a tu microbiota (más verduras de hojas verdes, yogur natural, caminar 30 minutos al mediodía) y comprométete a mantenerlo durante la próxima semana.
Esta actividad facilita la toma de conciencia y permite experimentar en primera persona el eje intestino‑cerebro.
Para complementar este artículo, te propongo un video divulgativo sobre el eje intestino‑cerebro y la importancia de la microbiota, disponible en YouTube: «Microbiota: eje intestino‑cerebro».
Este video explica de forma accesible cómo los microbios intestinales se comunican con el cerebro y ofrece consejos prácticos para mantener un equilibrio saludable.
¿Te gustaría descubrir cómo un hábito tan simple como alimentar bien tu microbiota puede transformar tu día a día en el trabajo y tu vida personal?
Este es solo el comienzo del viaje…
Cada semana exploraremos un nuevo ángulo del eje intestino‑cerebro y su impacto en tu rendimiento y bienestar.
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